Jerusalem Day

Comencé a llamar a esta época «La venganza de los introvertidos». Una de mis hijas me comentó que sus amigos extrovertidos se están volviendo locos, refugiados en sus casas, distanciados socialmente., Y,y se podría pensar que yo, una extrovertida muy sociable, iría Eesta semana aen Israel, en medio de una seria ola de calor, a celebrarmos «Yom Yerushalayim», el día de Jerusalem. Como la mayoría de las participantes, cuando viniste en tu viaje a Israel, diste por sentado que podías ir a la Ciudad Vieja, rezar en el Kotel y cenar en el centro comercial Mamilla. Pero no hace mucho, nada de eso era posible.

En 1947, la ONU creó un plan para establecer un estado judío con Jerusalem designado como » internacional». Israel aceptó la propuesta, pero sus vecinos no lo hicieron, y estalló la guerra, con Jordania apoderándose de Jerusalem Oriental, incluyendo la Ciudad Vieja y el Kotel (Muro Occidental). Todos los judíos fueron forzados a salir, 58 sinagogas fueron destruidas, y el cementerio sagrado en el Monte de los Olivos fue saqueado y profanado, con lápidas rotas usadas para hacer caminos y retretes.

En 1967, la Guerra de los Seis Días estalló en respuesta a la agresión de Egipto. Israel le dijo a Jordania que no atacaría el territorio jordano de Jerusalem o Cisjordania si permanecían en calma y no entraban en la guerra. Jordania no hizo caso, y pronto Israel estaba en guerra en tres frentes: Egipto, Jordania y Siria.

En lo que sólo puede llamarse milagroso, no sólo Israel salió victorioso, ¡sino que Jerusalem Oriental era nuestra! Un Shofar sonó en el Kotel, y el Ministro de Defensa Moshé Dayán hizo la siguiente declaración:

«Esta mañana, las Fuerzas de Defensa de Israel liberaron a Jerusalem. Hemos unificado Jerusalem, la capital dividida de Israel. Hemos vuelto al más sagrado de nuestros lugares sagrados, para no separarnos nunca más de él. A nuestros vecinos árabes les extendemos, también en esta hora, y sobre todo en esta hora, nuestra mano en paz. Y a nuestros conciudadanos cristianos y musulmanes, prometemos solemnemente plena libertad y derechos religiosos. No hemos venido a Jerusalem para apropiarnos de los lugares sagrados de otros pueblos, y tampoco para interponernos con los adherentes de otras religiones, sino para resguardarla por completo, y para vivir allí conjuntamente con los demás, en unidad».

Somos bendecidos por vivir aquí. Que sigamos mereciendo esa bendición, y que Israel siga siendo la capital indivisible y eterna del pueblo judío ahora y siempre.