En Januca, cientos de judíos se reúnen en la Plaza Roja de Moscú. La histórica y colorida zona peatonal alberga algunos de los edificios más conocidos de Rusia y actualmente es un sitio animado para los turistas. Aunque la temperatura está por debajo del punto de congelación y nieva con tanta fuerza que Anita Grinblat no puede ver a la persona que está junto a ella, nadie aún está listo para regresar a casa. Han venido a encender juntos la menorá en el centro de Moscú y a compartir la belleza de Januca con sus vecinos.
Hace treinta años, esta escena hubiera sido inimaginable. Rusia era parte de la URSS y estaba prohibido ser judío. Los judíos no podían celebrar las tradiciones abiertamente, y mucho menos decirque eran judíos. Con un antisemitismo desenfrenado, muchos judíos enfrentaban discriminaciones a diario.
«Otras personas podrían haber sabido que yo era judía porque mi apellido es inusual en Rusia», dice Anita. “Pero no me reconocía como judía. Mis padres nunca me hablaron de ello».
Hace cuatro años, Anita se encontró en una profunda depresión y comenzó a explorar las raíces de su familia. Encontró a miembros de su familia en bases de datos judías rusas y leyó sobre tradiciones judías. Se acercó a su comunidad judía local, quienes la acogieron de inmediato. “Finalmente me encontré en tierra firme, en el lugar correcto, en el momento correcto, con las personas correctas”, dice Anita.
Hoy, Anita, su esposo y su hija de 10 años son miembros activos de una de las comunidades judías de Moscú. Hay 30 comunidades judías en toda la ciudad y los suburbios circundantes, así como sinagogas, escuelas judías y restaurantes kosher. El favorito de Anita es Pardes, un pequeño restaurante ubicado en la parte trasera de una tienda kosher, que sirve una deliciosa hamburguesa llamada «Shmuel Burger».
«Si no supieras que de ella, nunca la encontrarías», dice.
También le encanta Jerusalem, un restaurante que sirve casi cualquier tipo de comida que puedas desear, desde hummus hasta sopa de bolas de matzá, y desde sushi hasta parrilla caucásica.
En Shabat, Anita y su familia asisten a su sinagoga, donde tienen una invitación abierta a las cenas de Shabat que se realizan para toda la comunidad. A veces van y a veces disfrutan del tiempo en familia en su casa. Cada Shabat el rabino de la comunidad hace una clase sobre la porción semanal de la Torá. Durante la semana vienen profesionales judíos para hablar sobre diversos temas.
Anita es la subdirectora de producción digital en una de las tiendas más grandes de Rusia, y está impresionada por lo bien que la comunidad judía utiliza la tecnología y las redes sociales para publicitar eventos y unir a las personas. Anita es parte de un grupo de Facebook que reúne a madres judías en Rusia y en Israel, quienes comparten sus consejos y experiencias de vida entre ellas.
Recientemente, una mujer judía de su localidad organizó un campeonato de fútbol que reunió a personas de las 30 comunidades judías de Moscú. El día del partido llovía a cántaros, pero eso no impidió que la gente jugara. Más de 120 personas participaron en el evento.
Hoy, Anita dice que el antisemitismo ya no es una preocupación en Moscú. “Gracias a Internet, las personas tienen una mente más abierta y están más interesadas en aprender sobre otras culturas. Cuando falto al trabajo por las fiestas judías, todos son respetuosos”, dice.
Según Anita, el mayor desafío de la comunidad judía de Moscú es alentar a sus miembros a retribuir, ya sea financieramente o con su tiempo o habilidades. «Es fácil recibir, pero lo más importante es inspirar a otros a dar», dice. «Pero creo que estamos mejorando mucho y dando más».