Máscaras y disfraces, carnavales, fiestas y paquetes de comida envueltos en colores alegres. ¿Qué podría ser más divertido que la fiesta de Purim?
Durante mucho tiempo he sentido que si los judíos tuvieran que elegir dos días festivos para celebrar, definitivamente deberían elegir celebrar Purim y Simjat Torá, a diferencia de Rosh Hashaná y Yom Kipur.
Pero además de ser divertido, Purim también es profundo.
Comencemos con un giro lingüístico interesante. Yom Kipur, aparentemente el polo opuesto de Purim, se llama en la Torá «Yom Kippurim». Traducido literalmente, esto significa «el día que es como Purim». ¿En serio? ¿Exactamente en qué universo es Yom Kipur similar a Purim? Pero hay más: las palabras parecen indicar que Purim es lo máximo, y que Yom Kipur está haciendo todo lo posible para ser como Purim. ¿Qué está pasando?
A primera vista, parecería que Yom Kipur es el día más sagrado del año, y Purim es, al parecer, una especie de híbrido entre Halloween y el Día de San Patricio. Pero nada podría estar más lejos de la verdad.
Hay dos modos de actitud judía cuando se trata de nuestra relación con Dios. Uno es de reverencia y uno es de alegría. Dada la opción, acercarse a Dios con alegría es más santo que acercarse a Dios con reverencia. Al igual que en nuestras relaciones humanas, queremos que nuestros seres queridos sientan dicha en nuestra relación, y no solo el deber, por que Dios realmente desea nuestro corazón. El judaísmo y la práctica judía tienen una vasta capacidad para llenarnos de alegría, significado y propósito.
Yom Kipur se trata de reverencia. Pero Purim se trata de una alegría pura y desenfrenada. Si se le da la opción, Purim es el modelo a seguir y se lleva la medalla de oro. Yom Kipur obtiene la de plata.
¿Cómo es eso?
Purim es una celebración de nuestra supervivencia nacional contra viento y marea, pero también es mucho más. Es una historia en la cual Dios está escondido en las sombras. Meguilá Ester, la historia de Purim que ocurre en la antigua Persia aproximadamente en el año 357 a.C., es única entre todos los textos judíos. Ni una sola vez contiene el nombre de Dios.
El mensaje es sutil pero claro. Dios estaba moviendo los hilos todo el tiempo, pero se escondía tras bambalinas. Cuando se revocó el edicto de matar a los judíos y los judíos se salvaron, fue un triunfo y un milagro. Pero este no fue el milagro abierto y glamoroso de la historia de la Pesaj, ni siquiera el milagro abierto del aceite ardiendo durante ocho días, de la historia de Jánuca.
Este fue un milagro de nuestra época contemporánea: un milagro donde Dios se esconde a plena vista. Un milagro en el que parece que los eventos simplemente están progresando de forma natural, pero luego percibes que las cosas son un poco demasiado coincidentes para ser una casualidad. Un milagro que se siente como un pequeño abrazo privado de Dios. Ésta es la alegría de Purim.
Tenemos momentos como este todo el tiempo si nuestros ojos y oídos están abiertos. Permitir que estos sucesos nos llenen de alegría, bailar en la cocina, abrazar con más fuerza a nuestros seres queridos y ofrecer una oración silenciosa de agradecimiento al que está detrás de escena: esa es la alegría de Purim.
Y esa alegría, esa gratitud diaria por los milagros cotidianos, es en realidad la cosa más santa de todas.
La receta de esta festividad proviene de un miembro del personal de Momentum que nunca dedica más de cinco minutos a ninguna receta.
Ponche de Purim para niños
2 plátanos, en rodajas y congelados
3 tazas de trozos de piña
1/2 litro de fresas frescas, en rodajas
64 oz de jugo de frutas de cualquier marca
1 1/4 litros de sorbete, de cualquier sabor, ablandado
2 litros de soda de lima limón
Combina toda la fruta en una ponchera. Agrega el sorbete. Vierte el jugo primero y revuelve para combinar. Luego, vierte lentamente la soda (¡lento es la clave aquí!). Agrega hielo y sirve.
(Si deseas hacer esto para adultos, basta agregar 1-2 tazas de vodka).
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