No fue Sfat en un principio, cómo creí anoche, trasnochada… Fue un desayuno entre bostezos en el hotel, y un irse, sin despedirse, hacia nuevo destino.
Fue llegar a la Bolsa de Tel Aviv para reencontrarnos. Con las otras y con nosotras mismas, una vez más. Segundo día.
Uno a otro se sucedieron los oradores… Y dejamos de ser mujeres… Fuimos Águilas emprendiendo vuelo, planeando hacia lo alto, acercándonos a D-s … Allí, donde la perspectiva cambiaba y tuvimos la certeza de que nuestras alas alcanzaban para elevarnos por encima de nuestros propios miedos y de las limitaciones exacervantes del vuelo gallinaceo … Coraje.
Coraje, nos repitieron y proyectaron desde un fondo rojisimo con letras blancas… Observé a mi alrededor a esas hermosas mujeres, y pensé… A nosotras nos lo explicas? Inmigrantes en mayoría, cargando a cuestas sueños, casas, hijos, miedos, errores y aciertos… historias de superación y de lucha… Coraje nos explican?? … Hay coraje más profundo, más salvaje, más rotundo, que el de ser madres? Mujeres? Judías?… Coraje.
Volvimos a ser águilas. Así emprendimos vuelo, y salimos a descubrir Tel Aviv junto a Denise.
Sobrevolamos las calles hasta la casa de Weiz, y un poco más adelante el Boulevard Rotchild, y más allá, Dissengof a caballo … La unión perfecta en el momento preciso… Ahí nos encontramos todos: ellos y nosotras. Su historia y la nuestra. La historia de Eretz Israel y la utopía de ser un Pueblo Libre en nuestra propia Tierra. Tierra de Zion. Coraje.
Y seguimos paseando. Tel Aviv desgranó ante nosotras sus diferentes paisajes,… Su shuk haCarmel bullicioso, que olia a clavo, canela y mugre. Y más allá, sus callejuelas cargadas de flores y cemento, donde hacía apenas un siglo, todo era arena…. Coraje
Y luego fue un ir y venir por otra zona más, observando cómo el arte tomaba las calles y garabateaba sobre los muros lo que no pudo contenerse en gritos… llegar a destino entre bailes y sabores etíopes, «falayas» en su país de nacimiento, y acompañar su éxodo particular hasta la Tierra Prometida… Coraje.
A esa altura del día, el museo de la diàspora, ANU, fue apenas un suspiro, y nos quedamos con ganas de más… Imposible resumir tanta historia en tan pocos minutos. .. Y nos fuimos a derramar esas ganas en una taza de café, o una tarrina de helado, incluso una copa de vino, en Zijron Yaacov como último destino… justo antes de invadir, una vez más, el autobús de Yossi para llegar hasta Sfat donde, muy entrada la noche, me atreví a cerrar los ojos y a soñar…
Miriam Lask